lunes, 14 de enero de 2013

TE veo peinar en la mañana, tu hermosa cabellera negra, luego de salir de entre el vapor del baño, 
detenida en el tiempo, contra el espejo, tu porvenir es el día de hoy. 

Te veo retocas tus pestañas, ajustas la cinta de tu cabello, entintas tus bellos ojos, esparces con brocha un extraño polvo,
correrlo hacia atrás de tus mejillas y  sin embargo, te veo igual, idéntica a como estas siempre,desde pequeña. 

Te observo luego andar hacia el otro espejo, el que te abarca por completo, el que muestra todo tu esplendor, la calidez de tu figura,
la ternura de tu sinuoso cuerpo en perfecta armonía con tu noble alma,
todo envuelto en las telas pálidas, porque nada te adorna, tu opacas cualquier color. 

Luego en orden ilógico vuelves a mirarte, ajustas tu cinturón, 
verificas tu reloj, aun quedan minutos para recorrer tus labios con la crayon que acentuara tu delineada tu boca y de tu boca las palabras. 

Eres tan especial sin nada de eso; todo es un extraño ritual, una exposición de algo incomprensible para mi. 

En esos minutos, veo que te deleitas de ti, te respetas, te valoras, te interesas por ti misma, en esos minutos me gusta que te ames, como te amo yo.