miércoles, 11 de agosto de 2010

Luz de dia.

El restaurador de vitrales siempre tenia un altercado por el cual no concluia su trabajo, sino era por que se le caia el andamio era porque
le caia lluvia o porque se le caia la casa.

Esta ocasión fue distinto, una mujer habia abierto las cortinas de su recamara a fin de dejar entrar la luz diurna y explorarse los senos mirandose en un espejo; al estar su peldaño a la misma altura, él la miro, de modo que el hombre tuvo todo perfectamente controlado: el tono, los contornos, las formas, la difracción y los santos que contornaba.

Al llegar a casa, solo tuvo tiempo para dibujar un chica que se auscultaba los senos y que tenía aura de deidad.