domingo, 24 de octubre de 2010

Si un día fuera un ingrato

Si algún día fuera un ingrato quiero también ser un tordo, que burdo y cruel asesine a los hijos de los gansos que mansos se entreguen a mi mandíbula glotona y sanguinaria

Si algún día fuera un ingrato que caiga sobre mi un mundo y otro mundo, un cielo y otro cielo, que luego del desastre venga hacia mi un cumulo de tormentos.

Si algún día te dejo de amar, oh¡ madre que jamas sea mi boca lugar para un beso, ni mi alma para el amor, ni mi mirada para apreciar la belleza.

Amada, si algún día soy un ingrato, no tengas piedad de mí, no creas en la sonrisa, no creas en el perfume, no creas en la lascivia. Indiferente y desviado mi sino se habrá guiado por lo mas envilecido que entonces he de haber caído.

Y si ese día llega y a pesar de que todo este en mi contra y a pesar de que todo lo tenga muy claro y entendido, que jamas de mí surja la belleza con la que en palabras y hilvanadas poco esforzadas te sé amar.

Amada, quiero que de mí jamas perdones la ingratitud. Porque entonces, si la pasas por alto, si te es indiferente, me habré dado cuenta, de que ya no me amas mas.